Haci como llegastes en nuestras vidas te fuiste. Sin saber, sin un aviso, los dejastes dormidos para que no lloraramos por ti. Así fue tu manera, con cariño lo hacías. Te fuistes para siempre sin un adios, pues nunca decias adios. Solamente un hasta luego, un ahorita vengo, no me tardo, ahorita regresó y si siempre regresabas. Pero esta vez ya no regresates. Todos tu hijos te esperaban que llegarás papa. Mama esperaraba verte otra vez para saber que estabas bien. Pero Dios tenía planes para ti. El ya quería su Ángel en su casa. El sabía que su Ángel ya estaba cansado y sufriendo. Siempre fuistes fuerte y nunca te le rejastes a la vida. Entre buenos y malos tiempos nunca abandonastes tus responsabilidades, tus prioridades, tu familia y amigos. Con dinero o sin dinero siempre ayudaste. Nunca fuistes presumido o catrin. Pero si siempre fuistes bien humilde y siempre sonreias. Como no llorar por ti si eras una alma buena, un ejemplo para tus hijos y nietos. Muchas gracias por tu cariño, amor, compasión, paciencia, enseñanzas, consejos y hasta tus regaños. Tu partida los partió el corazón a todos. Nuestras vidas nunca será igual sin ti Jacinto Martínez. Hijo, hermano, esposo, padre, abuelo, tío y un gran amigo. Nunca te olvidaremos, pues plantaste tu amor en nuestro corazones. No es un adios si un hasta luego que Dios los reunirán a todos nosotros un día y siempre estaremos juntos contigo para siempre. Descansa en paz padre Jacinto Martínez.