

Javier “Javi” Orta Fernández, de 79 años, falleció pacíficamente en su hogar el 30 de noviembre de 2025, acompañado por su amada esposa, Martha. Javier Nació en Ciudad Mante, Tamaulipas, México, el 21 de mayo de 1946, y construyó una vida marcada por la bondad, el trabajo duro y el amor por su familia. En 1997 emigró de México, donde fue ingeniero agrónomo, a Estados Unidos, donde trabajó en el mantenimiento de campos de golf con ética, orgullo y experiencia.
Javier fue conocido por su corazón generoso—siempre dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaban y a tender la mano a los que tenían menos. Su mayor alegría era pasar tiempo con su familia, especialmente con sus cuatro queridos nietos. Su compasión por otros, calidez y naturaleza solidaria tocaron a todos los que lo conocieron, y siempre será recordado con amor y con una sonrisa.
Le sobreviven su esposa, Martha; sus hijos, Javier y Carlos; sus nueras, Alejandra y Gula; y sus adorados nietos, Axel, Alexander, Max y Kevin. También deja a sus hermanas, Antonia, Socorro y Luz del Carmen, además de numerosos sobrinos, sobrinas y amigos que lo quisieron profundamente.
El legado de Javier es uno de compasión, familia y generosidad inquebrantable. Lo extrañaremos más allá de las palabras, pero nunca será olvidado.
“Lo que una vez disfrutamos y amamos profundamente nunca lo podemos perder, porque todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros.” — Helen Keller
Javier “Javi” Orta Fernández, 79, passed away peacefully at home on November 30, 2025, accompanied by his loving wife, Martha. Born in Ciudad Mante, Tamaulipas, Mexico, on May 21, 1946, Javier built a life defined by kindness, hard work, and love for family. In 1997, he emigrated from Mexico, where he was an agricultural engineer, to the United States, where he worked on golf course maintenance with ethics, pride, and expertise.
Javier was known for his generous heart—always ready to help those in need and extend a hand to anyone who had less. His greatest joy was spending time with his family, especially his four beloved grandchildren. His compassion for others, warmth, and caring nature touched everyone who knew him, and he will forever be remembered with a smile.
He is survived by his loving wife, Martha; his sons, Javier and Carlos; daughters-in-law, Alejandra and Gula; and his cherished grandchildren, Axel, Alexander, Max, and Kevin. He also leaves behind his sisters, Antonia, Socorro, and Luz del Carmen, along with many nieces, nephews, and dear friends who loved him deeply.
Javier’s legacy is one of compassion, family, and unwavering generosity. He will be missed beyond measure but never forgotten.
“What we once enjoyed and deeply loved we can never lose, for all that we love deeply becomes a part of us.” — Helen Keller
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v.1.18.0