Martha falleció en su hogar rodeada de su familia el 1ro de Abril del 2024, a causa de una larga y valiente batalla contra el cáncer de mama.
Ella nació en 1961, en Valle Hermoso, Tamaulipas. Creció llena de amor al lado de sus padres, José Rodríguez y Ma Luz Guerrero, a quienes honró como Dios manda, y sus siete hermanos: Elizama, Delia, Josué, Saúl, Aracely, Élida y Gabriel, que, testigos somos del amor fraternal que les tuvo.
En 1978, Martha conoció a su esposo, Sergio, mientras cursaban la preparatoria. Y, en 1985, decidieron unir sus vidas para siempre.
Martha tuvo la bendición de convertirse en madre por primera vez en 1987, con la llegada de su primera hija, Karina, y nuevamente en 1990, con el nacimiento de su segunda hija, Nubia.
Como madre fue la mejor, siempre dando su amor incondicional, los mejores consejos y siempre encaminado su familia hacia la fe en Dios.
Martha no solo fue la mejor madre sino también la mejor abuelita, dedicando su tiempo completo a sus cuatro nietos: Zoë, Allison, Marcello y Natalia. Llenó sus vidas de alegrías, lecciones y muchos apapachos. Siempre presente en cada uno de sus logros, desde sus primeros pasos, sus primeras palabras, hasta graduaciones y reconocimientos.
Presentó ante Dios y la Iglesia a cada uno de sus nietos, cumpliendo así uno de sus mayores anhelos.
Martha decidió entregar su vida a Cristo en el año 2010, haciendo esa entrega oficial al bautizarse y formar parte de la Iglesia Evangélica Cristiana Espiritual. Ella se llenó de orgullo al poder formar parte del coro de la Sociedad Femenil Ruth Moabita. Como integrante de esta sociedad trabajó conforme a su capacidad, y reconociendo que la suficiencia la da Dios, puesto que, aún en la enfermedad, se entregó con mucho amor a las cosas de Dios, con la firme convicción que la paga no es en esta vida, sino en la venidera: haciendo tesoros en el cielo.
Gracias Señor por habernos dado la dicha de tener a quien en vida, fue una mujer extraordinaria, llena de virtudes, una persona excepcional y un ejemplo de lucha y fortaleza. Por siempre su recuerdo vivirá en cada latido de nuestro corazón.
Que Dios nos junte nuevamente, y que en el cielo sigas celebrando la vida eterna.