

Con profundo dolor y amor en el corazón, anunciamos el fallecimiento de Esteban Felix Sanchez, un hombre cuya vida fue sembrada con amor, fé, servicio, y cuya partida deja un espacio inmenso en los corazones de todos los que lo conocieron.
Esteban nació un 14 de febrero, día del amor, y no por casualidad: amó profundamente a su familia, a su tierra y, por encima de todo, a Dios. Su existencia fue una ofrenda diaria, un acto de entrega humilde en cada surco que abría, en cada semilla que plantaba y en cada fruto que ofrecía. La agricultura no era solo su trabajo, era su vocación. La tierra era su compañera fiel, y en ella hallaba no sólo el sustento sino también la presencia viva del Creador. Pasó sus días en el campo, bajo el sol, con las manos curtidas y el corazón sereno. No sembraba solo para sí, sino para otros: para alimentar, para compartir, para servir. Era de esos hombres que aún creen en la bondad del dar sin esperar nada a cambio. Su cosecha era pan en la mesa ajena, era abrazo convertido en alimento.
Quienes lo conocieron, lo recuerdan como un hombre servicial, siempre dispuesto a ayudar, con una sonrisa sincera y un corazón humilde. Su fe inquebrantable fue su guía durante toda su vida; su amor por Dios era lo más especial que tenía, y lo transmitía con cada palabra, acción y oración.
Hoy despedimos a un hombre sencillo, sabio y profundamente bueno, que deja una huella imborrable en la memoria de quienes lo amaron.
Esteban fue un sembrador de vida, no solo en la tierra, sino en los corazones.
Descanse en la luz del Señor, don Esteban.
La tierra que tanto amó hoy lo abraza de vuelta,
y el cielo recibe a un alma que supo
vivir con propósito y amor.
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v.1.18.0