María Dolores fue una mujer amada y querida por todos aquellos que tuvieron la fortuna de conocerla. Su vida fue un ejemplo de bondad y generosidad, siempre mostrando un corazón compasivo y una honestidad inquebrantable. Su lealtad y valentía fueron faros de luz en tiempos de adversidad, y su sabiduría, un tesoro compartido con quienes la rodeaban.
Residente de San Juan, Puerto Rico, María Dolores vivió una vida plena y resiliente, enfrentando cada desafío con una gracia inigualable. Su legado perdurará en los corazones de aquellos que tuvieron el privilegio de llamarla amiga y familia.
Descansa en paz, María Dolores, en el abrazo eterno de la memoria y el amor.