

En unas cuantas palabras se tiene que sintetizar lo que llevaría muchas cuartillas al tratar de decir todo lo grande e importante que resultó la vida y obra de mi esposa.
Su nacimiento fue el día 15 de abril del 1936, en una barriada de la actual provincia de Santiago de Cuba, en Cuba. De origen humilde y de ocupación su casa y obrero manual. De muy niña todavía sus padres se mudaron para la Provincia de Camagüey donde transcurrió su vida hasta que hizo matrimonio conmigo y entonces estuvo en la Provincia de Villa Clara hasta que vino para los Estados unidos de Norteamérica en el año de 2018.
Su vida fue marcada indeleblemente y durante todo el tiempo por la fe en el Cristianismo Evangélico desde sus 7 años hasta el día de su fallecimiento. En esta parte de su vida llegó a graduarse de maestra de enseñanza bíblica a niños en el Seminario Teológico “Los Pinos Nuevos”, en Placetas, Villa Clara, Cuba. Quiero destacar en este sentido que en su Iglesia Local de su pueblo fue cantante habitual en los servicios dominicales por muchos años; también señaló como un texto suyo favorito el Salmo 8 y entre los himnos que mucho le oí cantar esta “Cuan Grande es El”, aunque para toda ocasión y circunstancia ella siempre tenía un himno…Fue bautizada el 16 de diciembre de 1962 por el Reverendo Antonio Panucia. Cuando contrae matrimonio conmigo en 1965 pasa a militar en la Iglesia Bautista de Santa Clara, hasta 2018 que vinimos para USA en donde fuimos acogidos con mucho amor y afecto hasta estos momentos, en la Iglesia Bautista Hispana de Glendale
Su vida laboral no fue mi profunda porque su dedicación principal fue criar y educar a la familia que Dios nos dio. Deja al partir de este mundo: dos hijas, tres nietos, una nieta, un bisnieto, dos bisnietas y otro heredero por llegar si Dios lo permite; Lucas David Moya Guerrero, a quien no pudo llegar a conocer.
Cuantos dotes y características loables tuvieron esta mujer que Dios me concedió por casi 60 años que pudiera destacar, pero que realmente dedicamos a la gloria y honra de nuestro Dios, quien es el autor de todo lo bueno e imperecedero que tengamos en este mundo. Gracias a todos los que nos han honrado con su presencia en este día tan especial para mi y la familia. (Amado Leyva Ricardo, Phoenix, 28 de febrero del 2024).
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