Melchor Rodriguez

Melchor Rodríguez Herrera, born January 18, 1946 in Durango, Mexico, passed away in his sleep, surrounded by his children, at the Veteran’s Administration Hospital in San Francisco on Sunday, October 19, 2025.

He came to the U.S. in 1959 on a student visa, sponsored by an uncle in Los Angeles, and graduated from Belmont High School in 1964. Shortly after, he was drafted into the U.S. Army, serving during the Vietnam Era. He did basic training at Fort Ord in Marina, California, and served at Fort Lewis in Tacoma, Washington where he earned the rank of Sergeant. He would later continue his service with the New Mexico National Guard in Las Cruces.

A lifelong industrial carpenter, he worked on major projects across California. He was a proud union member, politically active in the Carpenter’s Union, and his volunteerism with California Rural Legal Assistance and the United Farm Workers was inspired by his father Gonzalo, who was a member of the United Farm Workers under contract. Melchor led by example and passed that commitment of volunteerism and service to his children and grandchildren.

Melchor had a playful, outgoing personality shaped by his youth in Ciudad Juárez. He aspired to always face life and its challenges “calmado”.

In retirement, he lived in Sebastopol, walking daily, taking photos of nature, and volunteering at the senior center. He always proudly wore U.S. Army baseball caps. Access to and making the most of educational opportunities was central to his beliefs. Daily he wore clothing representing the universities his children and grandchildren attended, graduated from and worked at including: UCLA, Fresno State, UC Santa Barbara, Cal Poly San Luis Obispo, Stanislaus State, and the University of Oregon,

He was deeply influenced by our native traditions. In large part, by the volunteerism and work of his nephew Jose Raúl with his non-profit organization Kari Rarámuri. He believed, and would talk at length with anyone interested about how Earth is sacred and humans belong to it, not above it. He taught respect for land, water, and all living things. He valued balance, generosity, and care for future generations. To him, caring for the environment and people were the same act, rooted in gratitude, reciprocity, and the responsibility to leave the world better than it was given.

He is preceded in death by his parents, Gonzalo "Papá Chalo" Rodríguez and Florencia "Mamá Lencha" Rodríguez Herrera, and his brothers Felipe and Genaro.

He is survived by his siblings Aurelio Rodríguez, María Alba, Bertha Peña , Theresa Garza, and Rosario Orozco.

His legacy continues through his children Ruben, Elsa, Pablo, Ruth, and Elizabeth, and his grandchildren Esteban, Ileana, Elian, Arturo, Sergio, Max, and Victoria.

The world is better today for all the love he gave it.

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Melchor Rodríguez Herrera, nacido el 18 de enero de 1946 en Durango, México, falleció mientras dormía, rodeado de sus hijos, en el Hospital de Veteranos en San Francisco, el domingo 19 de octubre de 2025.

Llegó a Estados Unidos en 1959 con una visa de estudiante, patrocinado por un tío en Los Ángeles, y se graduó de Belmont High School en 1964. Poco después fue reclutado por el Ejército de los Estados Unidos, sirviendo durante la era de Vietnam. Hizo su entrenamiento básico en Fort Ord, Marina, California, y continuó su servicio en Fort Lewis, Tacoma Washington, donde obtuvo el rango de Sargento. Más adelante continuó su servicio con la Guardia Nacional de Nuevo México en Las Cruces.

Carpintero industrial de toda la vida, trabajó en proyectos importantes por todo California. Fue un orgulloso miembro sindical, políticamente activo en el Sindicato de Carpinteros, y se prestaba de voluntario con California Rural Legal Assistance y con la Unión de Campesinos. Fue inspirado por su padre Gonzalo, quien fue miembro del sindicato bajo contrato. Melchor predicaba con el ejemplo y transmitió ese compromiso de servicio y voluntariado a sus hijos y nietos.

Melchor tenía una personalidad alegre y bromista, moldeada por su juventud en Ciudad Juárez. Siempre procuraba enfrentar la vida y sus desafíos “calmado”.

Durante su jubilación vivió en Sebastopol, donde caminaba a diario, tomaba fotos de la naturaleza y ofrecía su tiempo como voluntario en el centro de ancianos. Siempre llevaba con orgullo sus gorras del Ejército de los Estados Unidos. El acceso a la educación y aprovechar las oportunidades educativas eran principios fundamentales en su vida. Todos los días usaba ropa de las universidades a las que sus hijos y nietos asistieron, se graduaron o trabajaron, incluyendo UCLA, Fresno State, UC Santa Barbara, Cal Poly San Luis Obispo, Stanislaus State y la Universidad de Oregón.

Fue profundamente influenciado por nuestras tradiciones indígenas, en gran parte gracias al trabajo y voluntariado de su sobrino José Raúl y su organización sin fines de lucro Kari Rarámuri. Creía y hablaba extensamente con quien quisiera escucharlo que la Tierra es sagrada y que los seres humanos pertenecen a ella, no por encima de ella. Enseñó el respeto por la tierra, el agua y todos los seres vivos. Valoraba el equilibrio, la generosidad y el cuidado por las futuras generaciones. Para él, cuidar del medio ambiente y de las personas era el mismo acto, enraizado en la gratitud, la reciprocidad y la responsabilidad de dejar el mundo mejor de como lo recibió.

Le preceden en muerte sus padres, Gonzalo “Papá Chalo” Rodríguez y Florencia “Mamá Lencha” Rodríguez Herrera, así como sus hermanos Felipe y Genaro.

Le sobreviven sus hermanos Aurelio Rodríguez, María Alba, Bertha Peña, Theresa Garza y Rosario Orozco.

Su legado continúa a través de sus hijos Rubén, Elsa, Pablo, Ruth y Elizabeth, y de sus nietos Esteban, Ileana, Elian, Arturo, Sergio, Max y Victoria.

El mundo es mejor hoy por todo el amor que él le entregó.