Eleuterio Báez Ramos fue un hombre profundamente querido, recordado por su dedicación a trabajar y su vehemencia. Desde joven mostró un espíritu servicial que se reflejaba en su manera de tratar a los demás. Se desempeñó como chofer de guagua pública y también trabajó en la construcción, labores que realizó con orgullo y satisfacción.
Formó junto a su esposa Sofía Guzmán una hermosa familia: tuvo 4 hijos, 10 nietos y 10 bisnietos, quienes fueron su mayor orgullo y alegría. Disfrutaba jugar dominó, cantar trova y visitar a la gente, pues encontraba en la convivencia y en la música momentos de verdadera satisfacción.
Participó activamente en su comunidad y en la política local, dejando un legado de compromiso.
La familia agradece a todos quienes ofrecieron apoyo durante este tiempo. Eleuterio vivió guiado por una fe profunda, recordándonos que “con Dios todo se puede; sin Dios no somos nada”.
Su recuerdo queda vivo en cada vida que tocó y en la familia que tanto amó.