Helia fue una mujer ejemplar, dedicada a su familia, conocida por su amor incondicional, sabiduría y fortaleza. Su vida fue un testimonio de entrega, cariño y fe.
Le sobreviven sus hijas Helia y Adelaine, quienes la recuerdan con inmenso amor y gratitud por el legado de valores y recuerdos que deja en sus corazones.
La recordaremos siempre por su dulzura, su firmeza y la calidez con la que tocó la vida de todos los que la conocieron.
Aunque su cuerpo ya no esté con nosotros, su esencia vivirá por siempre en cada gesto de amor, en cada palabra amable, en cada rincón de nuestro hogar y de nuestra alma.
“El amor de una madre es el refugio donde siempre encontramos paz, incluso cuando ya no está.”
Descansa en paz, querida Helia. Nunca dejaremos de amarte.