

Cuando Maggie Garza entraba en una habitación, su calidez y amabilidad eran inconfundibles. Tenía una manera especial de hacer que las personas a su alrededor se sintieran vistas, apreciadas y elevadas. Maggie era inteligente, sociable y enormemente compasiva. Siempre sacaba lo mejor de cada persona que encontraba en su camino. Vivió la vida al máximo, siempre dispuesta a compartir las experiencias y alegrías de quienes amaba.
Nacida y criada en Santa Clarita, CA, Maggie fue hija de Fernando y Renata Salamanca. Creció en un hogar lleno de vida con sus dos hermanos mayores, José y Pedro, y su hermana menor, Eliana. Con un agudo sentido del humor y una habilidad natural para juntar a las personas, Maggie era frecuentemente la pacificadora en su familia. Su capacidad para fomentar la armonía le serviría bien en los años venideros mientras formaba su propia familia.
Desde joven, Maggie tenía una facilidad increíble para conectar con los demás. Hacía amigos de todos los ámbitos de la vida, haciendo que todos se sintieran bienvenidos en su presencia. Su calidez maternal se extendía más allá de su familia, creando relaciones profundas y duraderas. También tenía un espíritu creativo, pasando su tiempo libre cosiendo, trabajando con arcilla y haciendo joyas, especialmente para su hermana menor, Eliana.
Maggie se graduó de la escuela secundaria de Santa Clarita en 1956. Fue una estudiante brillante que sobresalió tanto académica como socialmente. Prosperó en muchos círculos sociales, uniéndose a varios clubes y actividades para interactuar con una amplia gama de personas. Nunca se limitaba a un solo grupo, era amiga de todos, una confidente de confianza y una oyente empática.
Después de la secundaria, Maggie se casó con su amor de la escuela secundaria, Hank Garza, en una pequeña y encantadora capilla blanca justo afuera de la ciudad. Rodeados de familia y amigos, la pareja comenzó una vida juntos llena de amor y aventuras. Poco después, Maggie y Hank dieron la bienvenida a su primer hijo, Diego. La maternidad vino de manera natural para Maggie, y la abrazó con mucha alegría. A lo largo de los años, su familia creció hasta tener un total de nueve hijos: cuatro hijos: Diego, Miguel, Antonio y Manuel; y cinco hijas: Camila, Rosana, Sofía, Valentina y Carmen. Para Maggie, ser madre fue el rol más gratificante de su vida. Encontraba felicidad en los momentos cotidianos: cenas familiares, rutinas para acostar a los niños y celebraciones festivas. Su paciencia, comprensión y guía suave la convirtieron en el corazón del hogar.
Aunque tuvo algunos trabajos a medio tiempo mientras sus hijos eran pequeños, Maggie finalmente se dedicó por completo a ser madre a tiempo completo. Estaba orgullosa de crear un ambiente de crianza y siempre encontraba maneras de compartir sus pasiones creativas con sus hijos. Cosía muchas de sus prendas, experimentaba en la cocina y convertía las actividades diarias en oportunidades de aprendizaje. Les inculcó los valores de la amabilidad, generosidad y humildad.
A medida que sus hijos crecieron, Maggie continuó involucrada en su comunidad. Voluntariaba para recaudaciones de fondos escolares, profundizó su fe y encontró alegría cantando en el coro de su parroquia. También formó un grupo de "Libros y Brunch" con algunas damas de su parroquia. Las tradiciones familiares también eran muy importantes para ella. Se aseguraba de que cada festividad fuera mágica para los niños, decorando la casa Garza con adornos festivos y cocinando deliciosas comidas.
Cuando sus hijos se independizaron, Maggie y Hank decidieron adoptar dos gatitos del refugio local y los llamaron Bonita y Chili. Aunque había jurado no consentir demasiado a sus hijos, ¡hizo una excepción con los gatos!
Tras el fallecimiento de Hank en 2016, Maggie se mudó a la casa de su hija Sofía en el viñedo en Napa Valley, CA. Atesoró su tiempo en el campo, pasando los días rodeada de naturaleza y las risas de sus nietos. Sus otros hijos y nietos la visitaban a menudo, llenando sus últimos años de amor y compañía.
Maggie falleció el 4 de agosto de 2021, dejando un legado de amor, calidez y sabiduría. Le sobreviven sus nueve hijos, 24 nietos y sus hermanos José y Eliana.
Maggie vivió con un espíritu vibrante, aprovechando cada oportunidad para crear, conectar y celebrar la vida. Era creativa, confiada y llevaba una abundante alegría a todos los que la conocían. Muchos acudían a ella en busca de sabiduría y aliento, y siempre estaba dispuesta a compartir sus experiencias y consejos. ¡El hermoso impacto de Maggie en las vidas de su familia y amigos se sentirá por generaciones!
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