

26 de julio 1949 – 18 de noviembre 2025
Con profunda tristeza, pero también con inmenso agradecimiento por su vida, tu familia te despide: Jesús Daniel Álvarez Oropeza, un hombre trabajador, honesto y de corazón noble, cuya existencia estuvo marcada por la dedicación a su familia, la rectitud de sus actos y la fidelidad absoluta a sus raíces.
Jesús Daniel llevó siempre a Carora en el alma. Para él, no era solo su ciudad natal: era su cielo, su refugio espiritual, el lugar donde habitaban sus recuerdos más felices. Nunca dejó de volver a ella en pensamiento, sostenido por la nostalgia y el amor profundo por la tierra que lo vio nacer. Su mayor anhelo fue siempre descansar allí algún día. Aunque hoy no sea posible, su familia guarda ese deseo como un compromiso de amor que algún día cumplirán.
Fue un hombre intensamente trabajador, de esos que se levantan cada día con un propósito claro. Vivió con integridad, dando ejemplo de esfuerzo y honestidad. Su palabra era firme, transparente, respetada por todos quienes lo conocieron.
Pero, por encima de todo, Jesús Daniel fue un padre orgulloso. Sus hijas Anelisa, Iris Daniela, Paola Carolina y Osleida Lorena fueron para él motivo de orgullo y amor incondicional. Hablaba de ellas con un brillo especial en los ojos, celebrando cada logro como propio.
Lo despide también su esposa, Osleida Mora de Álvarez, su amor fiel, su compañera de vida y su sostén inquebrantable. Con paciencia, entrega y devoción, lo acompañó en cada paso de su enfermedad, dándole dignidad y amor hasta el último instante.
Chus el cabezón parte dejando un vacío inmenso, pero también una herencia de valores, de amor profundo y de recuerdos que permanecerán vivos en quienes lo amaron. Su luz no se apaga: sigue viva en su familia, en su historia y en cada rincón de la memoria que dejó en los suyos.
Y porque él siempre guardó Carora en el corazón, su obituario cierra con los versos que tanto lo representaban y que hoy resuenan como un abrazo de su tierra:
“A Carora hay que ir y hay que volver.
Hay que volver a ir. Hay que ir para volver. Porque quien nace en Carora no se va por entero: se queda en alma y recuerdo, en su cielo y en su sendero.”
Que descanse en la paz que tanto merecía. Su recuerdo vivirá para siempre.
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v.1.18.0