Roberto nació el 21 de agosto de 1960 en Santa Clara, en la provincia de Villa Clara, Cuba, y vivió una vida sencilla, generosa y llena de pequeños gestos que marcaron a quienes lo rodeaban. Trabajó durante muchos años como empleado en supermercados, incluyendo Winn-Dixie, donde fue querido no solo por su dedicación, sino por su habilidad para ayudar en todo momento. Se destacaba como un verdadero manitas, siempre dispuesto a reparar, mejorar y colaborar en todo lo que estuviera a su alcance.
Tenía una sonrisa contagiosa que iluminaba los espacios y suavizaba los días difíciles. Amaba profundamente a los animales, y sentía un vínculo especial con la naturaleza. Encontraba paz y alegría en la playa, donde disfrutaba del sonido del mar y la tranquilidad del horizonte.
Roberto deja un recuerdo imborrable en quienes lo conocieron. Le sobreviven su madre, Esther Quevedo, a quien cuidó con amor, su hermano, y demás familiares que lo amaron profundamente. Su hermana falleció hace algunos años, y hoy lo recibe con los brazos abiertos.
Quienes lo amaron encontrarán consuelo en su memoria: en su risa, su bondad, su amor por los seres vivos y su forma única de estar presente para los demás. Su legado es uno de sencillez, nobleza y humanidad.
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