

Fue siempre un ejemplo de trabajo, esfuerzo, dedicación y un amor infinito hacia sus hijas, nietos y bisnietos. Lo llevaremos por siempre en nuestros pensamientos, pero sobre todo, en nuestro corazón.
Nació en Estancia de Guadalupe, Zacatecas, el 7 de septiembre de 1965. Más adelante se estableció en Thomasville, North Carolina, donde vivió rodeado del amor de su familia y amigos.
Amaba el béisbol, los boletos de lotería y escuchar música a todo volumen en su camioneta. Tenía un espíritu alegre, siempre bromista y lleno de ocurrencias que hacían reír a todos a su alrededor. Era una persona generosa, con un corazón enorme, y siempre estaba presente cuando alguien lo necesitaba — sin importar la hora ni la situación.
Le sobreviven sus hijas: Miriam, Bianca y Cecilia.
Sus nietos: Alhondra, Aleyda, Briana, Aiden, Noé, Edeline, “Chocolate”, Zoe y Emilia.
Sus bisnietos: Juan Pablo y Adaliz.
Su mamá: Juana.
Sus hermanos: Juan Manuel, Yolanda, Lucila, Esperanza, Marcelo y María.
Lo reciben en el cielo su padre, Manuel Valdez, y su nieto, Rey David.
“Si algún día visitas mis cenizas, no llores;
solo imagina que duermo pensando en ti.
Te visitaré con el sol de la mañana,
te abrazaré con el calor y el frío,
te besaré con cada gota de lluvia
que caiga sobre ti cuando te sientas solo.
Nunca pienses que me he ido,
porque entonces… entonces sí que ya no estaré a tu lado.”
Gracias por acompañarnos en la despedida de un hombre que dejó huellas de amor y alegría en cada vida que tocó.
Su legado vive en cada uno de nosotros: en nuestras risas, en nuestras costumbres y en el amor con el que seguimos adelante.
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v.1.18.0