El duelo no tiene un camino recto, y mucho menos un calendario exacto. Algunos días me siento fuerte, con la certeza de que estás en paz. Otros, el dolor me sacude de nuevo, como una ola que me arrastra sin aviso.
He aprendido que llorar no es debilidad, que recordar no es aferrarse, y que hablar de ti es mantenerte vivo. He descubierto que no hay forma correcta de extrañar, pero sí muchas formas de honrarte: con cada lágrima sincera, con cada sonrisa recordándote, con cada paso que doy tratando de hacerte sentir orgulloso.
No sé cuánto más dolerá, pero sí sé que tu amor nos acompaña, que tu esencia habita en cada rincón de nuestra vida. Y aunque tu ausencia se siente inmensa, también es inmenso el amor que nos dejaste
• Te amamos en todas las vidas mi esposo, nuestro papá y abuelo